domingo, 9 de noviembre de 2014

Tres elementos fundamentados en el arte para llegar a la felicidad:
1.     Liberación de los prejuicios y la norma moral. Pensar por nosotros mismos, ver el arte como liberadora, la cual no permite mentiras, nos desnuda y nos obliga a escucharnos. Sin libertad es imposible llegar a ser felices, no haríamos las cosas por complacernos sino por agradar a una norma. Solo al conocernos, al identificar lo que nos gusta y aquello que llena de valor nuestra vida, es que podemos construir y hacer de nuestra vida una obra de arte.
2.     El poder de asombranos, es ser feliz con las pequeñas cosas. La apertura de parte del sujeto, en donde el arte no pasa por una revisión objetiva; en donde lo sensorial nos deslumbra, nos muestra lo ínfimo que somos ante el mundo, pero a la vez lo grande que podemos ser. El arte nos permite ver, nos da nuevos ojos ante la realidad, nos ofrece una sensibilidad poco común para leer a las personas y su entorno. Nos brinda una felicidad no cimentada en las cosas que conseguimos o en el éxito obtenido, en tanto alimenta el ego, ese “yo” insaciable. La felicidad no puede ser buscada en las cosas que no se tienen, sino en aquellas pequeñas cosas con las cuales vivimos el día a día, esas cosas que vemos y nos llenan de valor y le dan sentido a nuestra existencia.

3.     Otro lenguaje, que permite expresar todo aquello que no es debido o grato a los demás, nos permite transmitir lo que somos y sentimos, reinterpretar o crear nuevos mundos, leerlo y permitirle al espectador hacer lo mismo con el suyo. Tenemos licencia para destruir simbólicamente todo aquello que creemos debe dejar de existir en función de nuestra felicidad.

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