La cultura griega se cimienta en el deseo por el
conocimiento; un conocimiento del futuro al cual pertenece la sabiduría, y
desde allí, se crea la filosofía para mantener el diálogo de los sabios, quienes
han dado luz en medio de la oscuridad.
El conocimiento no llega a los hombres de forma tangible,
llega en palabra, palabra oculta y difusa que Apolo da a los hombres; esta
palabra debe ser interpretada y para ello se necesita de la intuición. Dicha
palabra es dada a los hombre por medio del oráculo o la sacerdotisa y el hombre
a quien fue dada la debe descifrar; la verdad solo es señalada; las palabras son
dadas por medio de diálogos y discusiones en los cuales se pierde la razón, y
esta última, nos permite dilucidar la palabra mantica.
Es en este punto en donde podemos comprender por qué la
locura es el medio del conocimiento, esta nos permitirá descifrar las palabras
de ese dios cruel (recordemos que Apolo, además de ser el dios de la sabiduría,
el conocimiento y el arte, es a la vez, un dios cruel, que castiga desde lejos)
que en el fondo pareciera que poco le interesara darnos el conocimiento, lo
otorga a medias, lo da sin dárnoslo. Hay cuatro tipos de locura que nos permitirán
descifrar aquello que Apolo nos dice y son:
La locura profética: aquella que nos permite producir el
futuro, traducir la palabra en sabiduría y dársela al hombre por medio de
conocimiento para construir el futuro y vivir el presente; es una obsesión por
el conocimiento y la sabiduría, es un arte de adivinación.
La locura mistérica: en esta locura es necesaria una ceremonia
ritual, la cual permitirá entrar en cierto transe en el cual los dioses trasmitirán
la verdad, la palabra mágica. Esta visión del dios es un don de Dionisos.
Las otras dos locuras son variaciones de las primeras, la
poética se relaciona con Apolo y la erótica con Dionisos. La locura poética,
corresponde a la inspiración artística, a una capacidad creadora a través de la
cual comparto mis imágenes con el otro, imágenes dadas por las musas. Mientras
que la locura erótica, es sentir lo que otro siente en su piel, en donde el
tiempo y el espacio confluyen.