Lo dionisíaco en nuestras vidas es tan necesario como el
agua. Si perdemos la voluntad de vivir lo perdemos todo. En Dionisos
encontramos lo estético del mundo, esa “belleza” que alegra el día a día de los
mortales, para ello debemos perder la razón, la lógica de todo comportamiento religioso
o costumbre moral que indica cómo debe ser nuestro comportamiento; es necesario
desprendernos de la perfección.
Desde niños se crea en nosotros una estructura apolínea
que nos limita al crecer y empezar a vivir, nos causa un miedo terrible al error,
al fracaso, al rechazo. Siempre buscamos la homogeneidad y ser aceptados por un
grupo aunque sea pequeño y es en este afán por la aceptación que callamos
nuestro cuerpo y deseos; terminamos sin saber qué es lo que nos motiva,
silenciamos al niño interno
y cuando sale nos reprochamos; tenemos prohibido ser infantiles, ser
imperfectos y sobre todo, tenemos prohibido el no gustarle a la sociedad.
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